Excepcional en el ejercicio defensivo y determinante en el ataque, además de en los momentos calientes, a Joel Parra (Barcelona; 23 años) se le había quedado chico el Joventut, el club de sus amores, donde se forjó desde bien niño. Fue el primero que vio al deporte como un elemento de cohesión familiar y cuidó el detalle al máximo: espejos en los baños de los estadios, uniformes pulcros en el personal que acomodaba a la gente en la grada y a los que exigía estar bien afeitados.